Entrevista: ¿Cuál es la postura del MSP sobre soberanía alimentaria en el Día Mundial de la Salud?
El Movimiento para la Salud de los Pueblos (MSP) y el movimiento por la Soberanía Alimentaria caminarán codo a codo en el 3er Foro Global de Nyéléni, para fortalecer sus vínculos y mostrarle al mundo que no puede haber salud global sin soberanía alimentaria, así como tampoco puede existir un sistema alimentario transformador si no se basa en el concepto del cuidado. En esta entrevista con Marcos Filardi, Román Vega, David Legge y Lauren Paremoer, del MSP, exploramos las interconexiones entre dos de los movimientos globales que confluyen en este Proceso Nyéléni.
¿Cuáles son los principales temas que el Movimiento para la Salud de los Pueblos destacará en el Día de la Salud de los Pueblos este año?
El MSP llama la atención del mundo sobre tres crisis interrelacionadas que son producto del imperialismo, de cuatro décadas de capitalismo neoliberal y del actual contexto geopolítico global: las desigualdades desmedidas (de ingresos, riqueza y recursos); el colapso ambiental (crisis climática, pérdida de biodiversidad, extinción de especies y degradación ambiental); las guerras, ocupaciones, conflictos y desplazamientos forzados (con un creciente número de personas del Sur Global que buscan refugio ante estas crisis); y el auge del conservadurismo y la reacción contra los derechos conquistados por las mujeres. A esto se suma la mercantilización y privatización de los sistemas de salud, que ha sido un gran obstáculo para alcanzar el objetivo de “Salud para todos” que impulsa el MSP.
Esta policrisis está empeorando la salud de la humanidad y del planeta, y hace insostenible la esperanza de continuidad de todos los seres, especialmente en el Sur Global y entre quienes viven —y caen cada vez más— en condiciones de vulnerabilidad social, económica, alimentaria y ambiental.
Por ello, en la última reunión de nuestro Consejo de Coordinación, hicimos un llamado a todos los pueblos del mundo —y en particular a los movimientos sociales, gobiernos, y fuerzas políticas de izquierda y progresistas— a redoblar esfuerzos en la lucha por un mundo más justo, ecológicamente sostenible, descolonizado y pacífico, donde una vida saludable para todos sea una realidad. Un mundo que respete la diversidad y celebre toda forma de vida en armonía con la naturaleza; un mundo que valore y reconozca nuestras capacidades para enriquecernos mutuamente; un mundo donde las voces de las personas y los enfoques centrados en las comunidades orienten las decisiones que dan forma a nuestras vidas.
Esto es posible mediante la acción colectiva, defendiendo la justicia social y climática, y enfrentando los sistemas opresivos que perpetúan la desigualdad. Uniéndonos como comunidad global, podemos trabajar por un futuro mejor para todos los seres del planeta. Al priorizar el Buen Vivir de las comunidades marginadas y vulnerables y abordar las causas estructurales de las injusticias sistémicas, podemos abrir el camino hacia un mundo más equitativo e inclusivo, donde cada persona pueda florecer y contribuir a un futuro más luminoso y transformador para las generaciones por venir.
¿Qué opinan del enfoque de “una sola salud” (‘One Health’) que, tras ser propuesto por la OMS, ahora es retomado por todas las principales agencias de la ONU y otros organismos?
La narrativa de “Una sola salud” tiene validez en tanto reconoce la interdependencia entre la salud humana, la salud animal y la sostenibilidad ambiental. Este reconocimiento de lo obvio no representa un gran descubrimiento, pero es cierto que los paradigmas y prácticas preexistentes de la salud pública ortodoxa habían ignorado estas conexiones. Gracias al auge del enfoque “One Health”, las instituciones establecidas de salud pública han comenzado (lentamente) a incorporar estas conexiones de forma más sistemática en sus políticas y prácticas. Para quienes están comprometidos con abordar los desafíos de la resistencia antimicrobiana, el avance de este enfoque ha sido valioso, ya que abre la posibilidad de políticas y programas integrales para enfrentar dicha resistencia.
Sin embargo, a pesar de los avances del discurso oficial de “One Health”, existen cuestiones fundamentales sobre la relación entre salud humana, salud animal y sostenibilidad ambiental que han sido ignoradas o deliberadamente evitadas. Esto posiblemente se haya hecho para permitir ciertas reformas dentro de la ortodoxia sanitaria. Entre los temas evitados están el fetichismo del crecimiento propio del capitalismo, las enormes desigualdades en el acceso a los alimentos y en la huella ecológica, y las desigualdades y violencias estructurales que sostienen el crecimiento económico y la injusticia ambiental, económica y política. Por ejemplo, la visión convencional de “One Health” no aborda el papel de los circuitos transnacionales de capital en la alteración de los paisajes ecológicos y agroecológicos.
Es común que personas y movimientos con posturas políticas radicales se sumen a estos debates desde una mirada crítica, pero deben hacerlo con un análisis claro del contexto amplio que enmarca esas discusiones, y encuadrar su contribución dentro de un programa mayor orientado a reformas estructurales profundas. Esto implica participar, por ejemplo, en debates sobre resistencia antimicrobiana, pero vinculando dicha participación con una crítica al modelo capitalista de crecimiento, las desigualdades alimentarias y ambientales, y las estructuras que perpetúan esas desigualdades.
Desde otra perspectiva, es importante recordar que parte del impulso detrás del apoyo oficial de Estados Unidos al enfoque “One Health” fue su utilidad como herramienta de confrontación contra China. Este contexto arroja más luz sobre lo que sugerimos es una omisión deliberada, en gran parte del debate, de temas como el crecimiento desmedido y la desigualdad.
Parece que muchos países están pasando de un enfoque basado en la precaución y la prevención a una nueva idea de «preparación». ¿Esto podría generar un cambio de paradigma en la salud global?
La pandemia de Covid-19 profundizó y reforzó una tendencia preexistente hacia la seguridad sanitaria. Por ejemplo, la respuesta del G8 ante la pandemia de VIH/SIDA a principios de los 2000 ya mostraba preocupación por amenazas a la seguridad derivadas de esa crisis sanitaria. Hoy vemos que ese discurso de seguridad está siendo adoptado también en el Sur Global. Un ejemplo de ello es la propuesta del CDC África de establecer un nuevo orden de salud pública, que incluye elementos de visión securitaria.
Creemos que el rumbo que tomará la preparación ante pandemias dependerá del equilibrio de fuerzas. Un espacio donde esto se manifiesta claramente es en las negociaciones del Tratado sobre Pandemias. Si se imponen las propuestas del Norte Global, la “preparación” podría centrarse en el desarrollo de infraestructuras de vigilancia, en detrimento de otras prioridades como la diversificación geográfica de la producción de insumos sanitarios. En cambio, si los países del Sur Global logran hacer valer sus demandas, podríamos ver un enfoque más centrado en el fortalecimiento de los sistemas de salud, la diversificación de la producción y medidas como el alivio de la deuda. En definitiva, el cambio de paradigma reflejará las dinámicas de poder en los distintos foros de negociación, más que el contenido de la definición en sí misma.
¿Por qué consideran importante que el MSP se vincule con el movimiento por la soberanía alimentaria en el Proceso Nyéléni? ¿Qué puede surgir de esta alianza?
La soberanía alimentaria es un componente central de la campaña “Salud para todas las personas” que impulsa el PHM. En la Cuarta Asamblea por la Salud de los Pueblos (PHA4), realizada en Bangladesh, creamos un Círculo Global permanente sobre Nutrición y Soberanía Alimentaria, con activistas de todo el mundo. Desde entonces, hemos participado activamente en el Mecanismo de la Sociedad Civil y Pueblos Indígenas (CSIPM) del Comité de Seguridad Alimentaria de la ONU (CSA).
Recibimos con entusiasmo la invitación del Comité Internacional de Planificación para la Soberanía Alimentaria (CIP) para ser parte del Tercer Proceso Nyéléni y, en nuestro Llamado a la Acción de la PHA5, celebrada en 2024 en Mar del Plata, Argentina, comprometimos a todo el movimiento a participar activamente en este proceso.
Estamos convencidos de que es necesario y urgente un cambio sistémico radical, y que solo será posible si fortalecemos redes y construimos poder popular junto a otros movimientos globales.
El Tercer Proceso Nyéléni es una plataforma única para que los movimientos globales se encuentren, dialoguen desde sus distintos sectores, trayectorias y luchas, construyan confianza política entre sí y acuerden una agenda conjunta para el cambio sistémico radical.
Frente a la crisis civilizatoria que atravesamos, el 3er Foro Global Nyéléni Nyéléni nos plantea el enorme reto de construir colectivamente un camino hacia el Buen Vivir para todos los pueblos, y desde el PHM agradecemos y abrazamos con entusiasmo la posibilidad de ser parte de este camino común.